Nota publicada en el diario Perfil el 14-03-22
Las causas del bullying son justamente el olvido, se nutren de í©l. En una sociedad que cambia su oro, sus cualidades más valiosas, por espejitos de colores que sólo muestran sus atributos más prescindibles, los que menos deberían importar.
Drake Hardman es el nombre del niño de 12 años
que se suicidó víctima del bullying, del condado de Tooele, Utah, el pasado 10 de febrero de 2022. Estas historias nos golpean fuerte, y
nos muestran un lado oscuro de nuestra sociedad, obligándonos a reflexionar y
actuar para que estas situación no vuelvan a ocurrir.
La noticia se repite muchas veces, por todos
los medios pero por pocos días, y luego todo se desvanece, se olvida. Parece
que ese es el destino para Drake Hardman, como lo fue para Alan Kurdi, el niño
sirio de 3 años aparecido muerto en la costa de Turquía, y la enumeración
podría ser muy larga. Porque no es nuevo que vivimos en una sociedad líquida
como nos enseñó Zygmant Bauman y que la cultura de la sociedad de consumo no es
de aprendizaje sino principalmente de olvido.
Las causas del bullying son justamente el
olvido, se nutren de él. En una sociedad que cambia su oro, sus cualidades más
valiosas, por espejitos de colores que sólo muestran sus atributos más
prescindibles, los que menos deberían importar. El dinero, la belleza, la falsa
felicidad y el éxito impostado abundan en las redes sociales, sobre todo en
Instagram la preferida por los más jóvenes.
La piedra fundacional de las redes sociales son
las cosas buenas, porque tenemos que ser felices y exitosos siempre, a
cualquier precio. Si no lo sos lo suficiente te ofrecen un filtro que dibuja
una sonrisa única, realzan tu belleza o un buen fondo tapa esa pintura
descascarada por la humedad de una casa humilde. Una casa humilde que enseña mucho
más que el filtro de tu red social preferida. Ahora todo eso no importa, los
verdaderos valores dejaron de ser moda.
El ser humano es competitivo, y en ello la
comparación resulta útil. Claro que cuando el espejo distorsiona la realidad,
es imposible competir sanamente. Aparece así la frustración, devenida en
envidia y en violencia. El bullying es
una forma de violencia.
No existe una definición uniforme de lo que es
el bullying. Pero para tener una noción del problema que estamos comentando
podemos decir que el término inglés bullying se utiliza para nombrar la
intimidación entre iguales. Es decir, se usa para describir diversos
comportamientos no deseados realizados por niños y adolescentes, que van desde
insultos, agresiones físicas recurrentes, humillaciones públicas, bromas
pesadas o rechazo explícito a que son sometidos los escolares por parte de
algún o algunos de sus compañeros y de los que no pueden defenderse por ellos
mismos.
El experto en redes sociales Deniz Unay afirmó
que algunos de los efectos negativos de las redes sociales es la pérdida del
valor de lo que se vive o del momento y el daño a los valores sociales.
La caza incansable y sin reglas de likes lleva a la pérdida de los valores
sociales, porque a esta altura de los acontecimientos sabemos que no existe
diferencia entre el mundo online y el
offline. Entonces es mentira que las
conductas disvaliosas en las redes sociales no sean trasladadas a la vida real.
Eso se ve con nitidez en el bullying.
Las redes sociales ayudan al olvido de los más
chicos, y lamentablemente de muchos grandes también. Se olvidan de sus propios
defectos físicos para reírse de los del otro, se olvidan de sus propias debilidades,
se olvidan de sus propios fracasos para enrostrar los ajenos y por sobre todas
las cosas se olvidan de ser personas y de ese modo lamentablemente llevan al
suicidio a un inocente niño de 12 años.
Escribiendo estas líneas no busco criticar al
agresor, mucho menos deshumanizarlo porque después de todo cuando hablamos del
problema del bullying sólo estamos en presencia de dos víctimas. Por un lado el
agresor que sólo aprendió a llamar la atención con violencia y que no sabe cómo
manejar sus propias frustraciones y limitaciones. Por el otro lado el agredido
que no encuentra respuestas en una sociedad sorda y desvalorizada que tampoco
sabe cómo lidiar con problemas reales, alejados de la frivolidad de la redes
sociales.